sábado, 26 de abril de 2014

Sin razón

Desde el principio he sentido una fuerte necesidad de acercarme a ti, fue un impulso instantáneo. No te pareces a otros hombres que me atraen y no tengo explicación alguna de porqué de pronto te convertiste en un punto focal. Todo fue tan simple como mirarte y pensar: me gustas cuando estás de pie. Ahora veo esa marca en tu boca y me pierdo.
La verdad es que ni te conozco, no tengo material para justificar la idea de que eres tierno, bueno o divertido. Tomé la decisión arbitraria de que no eres un patán. Tampoco sé si realmente te agrado o sólo eres educado, ya me ha pasado antes: ahí viene ella, la que me mira extraño, ni modo, a sonreírle otra vez.
Parece que no tenemos cosas en común a parte de ciertos placeres o vicios ya generalizados en las personas de nuestra generación. Y no, no quiero ser de esas mujeres que de la noche a la mañana adoptan el gusto por cosas que ni siquiera entienden sólo para parecer interesantes ante los ojos de un hombre. Quiero que nos mires así, ajenos y heterogéneos.
Siento que no he aprovechado las breves oportunidades que he tenido para convivir contigo, me he limitado a mirarte como si con eso te pudiera dar a entender lo que deseo. Creí no me pondría nerviosa y cuando te abracé me sorprendí temblando. Quisera ser coqueta pero ya me acordé: yo no sé seducir, yo beso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario