martes, 8 de noviembre de 2011
Sueños a la inversa
martes, 19 de julio de 2011
Segundo día de tormenta
la noche anterior había soñado con nosotros. ya no te perseguía sin poder mirarte el rostro para escupirte un reproche anudado en la garganta. esta vez corría a tu encuentro, descalza y extrañamente feliz. alguien nos había regalado el tiempo y despierta no lo dejé de sujetar.
había llegado ya el tan esperado segundo día de tormenta. gotas ligeras y constantes formaban una de esas lluvias que son perceptibles sólo por su acumulación y por el eco de los círculos que se forman en el lodo.
nosotros adentro, guardados clandestinamente bajo llave, empapados, sin sentir el frío, sentados sobre una podrida alfombra, alumbrados con el naranja intermitente de los faroles de la calle, festejando treinta y dos años de heridas mortales.
el humo de varios colores danzaba para mezclarse con la música y empujar la ventana, intentando filtrarse al mundo real. sonrisas involuntarias provocadas artificialmente por ese hormigueo característico en los pómulos. tus manos eternamente cálidas sintiendo mis manos repentinamente suaves. cantábamos a Ella, pretendiendo ignorar lo que nos hacía estar juntos. te mostrabas agradecido por estar conmigo y decepcionado por sentirte solo.
guardaste la botella y te incorporaste decidido a explorar el lugar: un verdadero laberinto vacío, cilíndrico y de paredes blancas. en él crecían desde la nada angostas escaleras de caracol que desaparecían cuando uno terminaba de ascender, las puertas siempre ocultas por una pared circular que obligaba a llegar al centro antes de penetrar cualquier habitación. cada piso lucía igual al inferior pero ofrecía más puertas, espejos y escaleras. en el interior de un armario al que llegamos dos veces desde partes opuestas de la casa, se escondían unas goteras que sobre cacharros con ritmos aterradores se burlaban de nosotros.
en la habitación más grande los ventanales mostraban una diminuta selva rodeada por una ciudad de grandes edificios. contemplamos el paisaje un rato y al salir notamos que al lado había otra puerta diferente a las demás, me negué a abrirla. por otro camino bajamos a un cuarto pequeño y nos instalamos en un rincón. Triste, molesto o nostálgico tocaste mi cara y mirando a donde debían estar mis ojos me dijiste:
-te debo una de mis vidas.
yo respiré profundo y me recosté en tu hombro sin hablarte de mi miedo a la oscuridad.
viernes, 22 de abril de 2011
MIERDA MIERDA MIERDA
MIERDA MIERDA MIERDA
Seguramente eso piensas cada que te llamo.
MIERDA MIERDA MIERDA
¿Desde hace cuánto dejé de tener nombre?
Ni cuenta te diste. Me mostrabas el mensaje de arriba, para ver si yo conocía el número.
En la pantalla la lista
UN NÚMERO QUE ME VALE MADRES:
un mensaje que pregunta dónde estás.
Siguiente
MIERDA MIERDA MIERDA:
y las palabras que yo escribí a la hora exacta en la que te necesité.
No recuerdo qué decía. Te extrañaba, o una pendejada.
UN GRITO INTERIOR:
No me lo vuelvas a mostrar.
Más de cerca
MIERDA MIERDA MIERDA
Dejaste el teléfono a un lado.
La culpa que te provoca tanto asco me dio un beso. Sonreíste.
Acababas de excretar mi corazón.
MIERDA MIERDA MIERDA
No dije nada. Ya estábamos desnudos.
martes, 15 de febrero de 2011
Salto
qué caprichoso viaje en el tiempo. para cometer el mismo error nos cobraron más cara la tarifa.
evadimos todas las preguntas, dimos por sentado todos los reclamos.
los ojos empolvados y dispuestos no necesitaron argumentos.
la voz prefirió esconderse en el aroma. esa loción tuya, tan suave, tan poco varonil, el tabaco, el olor a cuerdas viejas, a sombrero sucio.
el calor de tu cicatriz cerrando los poros de mi esapalda. esas manos.
ah! ya me acordé de... suspiraste.
el sabor.
tu vista celosa de la vanidad de mi lengua en el espejo. ese sabor.
la sal que era sólo mía aunque fuera de todas las demás.
tus nervios apretados latiendo a cuatrocientos cuarenta ciclos por segundo.
la vieja sonrisita del cielo cuidando la peligrosa e infructífera misión.